Del ritual autoritario al simbolismo republicano
Samuel F. Velarde
3 de Diciembre del 2018
El acto de toma de posesión del presidente López Obrador, fue un acto inédito en este país, precisamente porque el ritual del autoritarismo y la manipulación al menos en esta ocasión parece tener un final. Los que venimos de generaciones donde el ritualismo se dejaba ver en su máximo esplendor, nos sorprendimos y nos alegramos que ese exceso de exaltar la figura presidencial como una entidad sacrosanta, hoy tuvo un significado diferente.
Quienes no recuerdan como se transmitía el mando presidencial o son jóvenes para saberlo, más que un acto republicano parecía la coronación de un emperador del siglo XIX: soldados haciendo valla, un "pueblo" lanzando papelillos de colores – como todo mundo sabe era una ridícula simulación que costaba miles y miles de aquellos pesos fuertes-, el famoso besamanos, donde empresarios, gobernadores, líderes sindicales y caciques, felicitaban al ungido como si se tratara de un mesías terrenal. La ridiculez más rampante que hacía ver el total desprecio por el verdadero pueblo.
Hoy la sobriedad del acto, refrendó la intención del nuevo gobierno de romper con paradigmas demagógicos, altaneros, prepotentes, no solamente de guardias de seguridad, sino de políticos ambiciosos y corruptos, de personeros del sindicalismo vil al servicio del PRI, también esta toma de posesión, deja ver un discurso sincero, no simulado o maquillado con cifras engañosas. El discurso del presidente López Obrador fue un discurso lacerante, de autocrítica, una reflexión de que México está mal, por los malos mexicanos. Creo que el que no reconoce esta realidad, no es mexicano, o ha vivido en torres de marfil y cristal.
El acercamiento con el pueblo rompe también con ese cerco impuesto por una elite militar, como para justificar su existencia de "proteger al presidente", que provocaba una animadversión a ese exceso de seguridad que por supuesto era bajo el costo del erario público. Ayer vimos imágenes donde la gente podía acercarse al nuevo Jefe de Estado sin barreras, esperemos que nada pueda cambiar esta situación.
Por supuesto que las intenciones políticas y sociales del nuevo gobierno están por verse, los primeros resultados se verán dentro de un año, no hay que ser impacientes, además el país se dejó desquebrajado, prácticamente en muletas o en terapia intensiva. Entonces hay que ser prudentes en exigir resultados de ya. Asimismo las fuerzas conservadoras, las que se han alimentado del status quo, continuarán dando pelea y criticando todo aquello que afecte sus intereses, en este contexto los millones que votaron por el presidente López Obrador, deben estar pendientes.
La cuarta transformación es necesaria para sacar a México de la crisis, una crisis que realmente no merecemos, no debemos soportarla, entonces entre todos hay que ayudar a reconstruir una mejor nación por el honor y la moral de los mexicanos.